(LECTURAS COMPILADAS POR EL PROFESOR HIPÓLITO YÁNAC RTIVERA)
Mire al otro lado del arroyo, en aquella granja vive mi vecino, bueno, de hecho es mi hermano menor.
La semana pasada había una hermosa pradera entre nosotros pero él desvió el cauce del arroyo para que quedara entre nosotros.
Él pudo haber hecho esto para enfurecerme, pero le voy a hacer una mejor.
¿Ve usted aquella fila de desechos de madera junto al granero? quiero que construya una cerca de 2 metros de alto, “no quiero verlo nunca mas”
El carpintero le dijo: “creo que comprendo la situación”
El hermano mayor le ayudó al carpintero a reunir todos los materiales y dejo la granja por el resto del día para ir por provisiones al pueblo.
Cerca del ocaso, cuando el granjero regresó; el carpintero justo había terminado su trabajo.
El granjero quedó con los ojos completamente abiertos y su quijada cayó.
¡No había ninguna cerca de dos metros!
En su lugar había un puente que unía las dos granjas a través del arroyo.
Era una fina pieza de arte, con todo y pasamanos.
En ese momento, su vecino, su hermano menor, vino desde su granja y abrazando a su hermano mayor le dijo:
“Eres un gran tipo”, mira que construir este hermoso puente después de lo que te he dicho y hecho”.
Estaba en su reconciliación los dos hermanos, cuando vieron que el carpintero tomaba sus herramientas.
“No espera”.”Quédate unos cuantos días tengo muchos proyectos para ti”, le dijo el hermano mayor al carpintero.
“Me gustaría quedarme”, dijo el carpintero” “pero tengo muchos puentes que construir”
Muchas veces dejamos que los malentendidos o enojos nos alejen de la gente que queremos, muchas veces permitimos que el orgullo se anteponga a los sentimientos.
Recuerda que perdonar no cambia en nada el pasado pero si el futuro.
No guardes rencores ni resentimientos de amargura que solo te lastima a ti, te alejan de dios y de las personas que te quieren,
Aprende a ser feliz y disfruta de las maravillas que dios ha creado.
ÉL TE AMA Y DESEA QUE TENGAS UNA VIDA DICHOSA, LLENA DE AMOR Y ARMONÍA.
UN NUDO DE AMOR
En una junta de padres de familia de cierta escuela, la directora resaltaba el apoyo que los padres deben darle a los hijos. También pedía que se hicieran presentes el máximo de tiempo posible. Ella entendía que, aunque la mayoría de los padres y madres de aquella comunidad fueran trabajadores, deberían encontrar un poco de tiempo para dedicar y entender a los niños.
Sin embargo, la directora se sorprendió cuando uno de los padres se levantó y explicó, en forma humilde, que él no tenía tiempo de hablar con su hijo durante la semana. Cuando salía para trabajar era muy temprano y su hijo todavía estaba durmiendo. Cuando regresaba del trabajo era muy tarde y el niño ya no estaba despierto. Explicó, además, que tenía que trabajar de esa forma para proveer el sustento de la familia.
Dijo también, que el no tener tiempo para su hijo lo angustiaba mucho e intentaba redimirse yendo a besarlo todas las noches cuando llegaba a su casa y, para que su hijo supiera de su presencia, él hacía un nudo en la punta de la sábana que lo cubría. Eso sucedía religiosamente todas las noches cuando iba a besarlo. Cuando el hijo despertaba y veía el nudo, sabía, a través de él, que su papá había estado allí y lo había besado. El nudo era el medio de comunicación entre ellos.
La directora se emocionó con aquella singular historia y se sorprendió aún más cuando constató que el hijo de ese padre era uno de los mejores alumnos de la escuela.
El hecho nos hace reflexionar sobre las muchas formas en que las personas pueden hacerse presentes y comunicarse entre sí. Aquel padre encontró su forma, que era simple pero eficiente. Y lo más importante es que su hijo percibía, a través del nudo afectivo, lo que su papá le estaba diciendo.
Algunas veces nos preocupamos tanto con la forma de decir las cosas que nos olvidamos de lo principal, que es la comunicación a través del sentimiento. Simples detalles como un beso y un nudo en la punta de una sábana, significaban, para aquel hijo, muchísimo más que regalos o disculpas vacías. Es válido que nos preocupemos por las personas, pero es más importante que ellas lo sepan, y que puedan sentirlo.
Para que exista la comunicación es necesario que las personas "escuchen" el lenguaje de nuestro corazón, pues, en materia de afecto, los sentimientos siempre hablan más alto que las palabras. Es por ese motivo que un beso, revestido del más puro afecto, cura el dolor de cabeza, el raspón en la rodilla, el miedo a la oscuridad.
Las personas tal vez no entiendan el significado de muchas palabras, pero saben registrar un gesto de amor. Aunque ese gesto sea solamente un nudo.
EL ELEFANTE Y LOS SEIS SABIOS CIEGOS
Érase una vez seis hombres sabios que vivían en una pequeña aldea. Los seis sabios eran ciegos. Un día alguien llevó un elefante a la aldea. Los seis sabios buscaban la manera de saber cómo era un elefante, ya que no lo podían ver.
"Ya lo sé", dijo uno de ellos. "¡Palpémoslo!". "Buena idea", dijeron los demás. "Ahora sabremos como es un elefante". Así, los seis sabios fueron a "ver" al elefante. El primero palpó una de las grandes orejas del elefante. La tocaba lentamente hacia adelante y hacia atrás. "El elefante es como un gran abanico", gritó el primer hombre. El segundo tanteó las patas del elefante. "Es como un árbol", exclamó. "Ambos estáis equivocados", dijo el tercer hombre. "El elefante es como una soga". Este le había examinado la cola.
Justamente entonces el cuarto hombre que examinaba los finos colmillos, habló:
"El elefante es como una lanza".
"No, no", gritó el quinto hombre. "Él es como un alto muro", había estado palpando el costado del elefante. El sexto hombre tenía cogida la trompa del elefante.
"Estáis todos equivocados", dijo. "El elefante es como una serpiente".
"No, no, como una soga",
"Serpiente",
"Un muro",
"Estáis equivocados",
"Estoy en lo cierto".
Los seis hombres se ensalzaron en una interminable discusión durante horas sin ponerse de acuerdo sobre cómo era el elefante.
Probablemente esta historia te ha hecho sonreír, ya que, ¿Cuál es el problema? ¡Eso es! Cada hombre podía "ver" en su mente sólo lo que podía sentir con sus manos. Como resultado cada uno se reafirmaba en que el elefante era como él lo sentía. Ninguno escuchaba a los demás.
Esos hombres estaban inmersos en un conflicto basado en la percepción (lo que creían "ver").
Afortunadamente su conflicto no tuvo un final violento. Aunque, desafortunadamente todavía no saben como son los elefantes.
El conflicto es tan viejo como la historia misma. El ser humano siempre ha intentado conocer su mundo y comunicarse con los demás. Aunque esto no es fácil ya que no todas las personas ven los problemas de la misma forma. Si lees este viejo cuento de la india descubrirás unas de las causas de la falta de entendimiento entre las personas.
LOS DOS REYES Y LOS DOS LABERINTOS
Cuentan los hombres dignos de fe (pero Alá sabe más) que en los primeros días hubo un rey de las islas de Babilonia que congregó a sus arquitectos y magos y les mando a construir un laberinto tan perplejo y sutil que los varones más prudentes no se aventuraban a entrar, y los que entraban se perdían. Esa obra era un escándalo, porque la confusión y la maravilla son operaciones propias de Dios y no de los hombres. Con el andar del tiempo vino a su corte un rey de los árabes, y el rey de Babilonia (para hacer burla de la simplicidad de su huésped) lo hizo penetrar en el laberinto, donde vagó afrentado y confundido hasta la declinación de la tarde.
Entonces imploró socorro divino y dio con la puerta. Sus labios no profirieron queja ninguna, pero le dijo al rey de Babilonia que él en Arabia tenía otro laberinto y que, si Dios era servido, se lo daría a conocer algún día. Luego regresó a Arabia, juntó sus capitanes y sus alcaides y estragó los reinos de Babilonia con tan venturosa fortuna que derribo sus castillos, rompió sus gentes e hizo cautivo al mismo rey. Lo amarró encima de un camello veloz y lo llevó al desierto. Cabalgaron tres días, y le dijo: "Oh, rey del tiempo y sustancia y cifra del siglo!, en Babilonia me quisiste perder en tan laberinto de bronce con muchas escaleras, puertas y muros; ahora el Poderoso ha tenido a bien que te muestre el mío, donde no hay escaleras que subir, ni puertas que forzar, ni fatigosas galerías que recorrer, ni muros que veden el paso." Luego le desató las ligaduras y lo abandonó en la mitad del desierto, donde murió de hambre y de sed. La gloria sea con aquel que no muere.
PAPI ¿TIENES TIEMPO PARA MI?
"Papi ¿Cuanto ganas? Dijo el pequeño con voz tímida fijando sus expresivos ojos en su agotado padre que llegaba del trabajo.
"No me molestes, hijo
No ves que vengo muy cansado?
"Pero, papi. Dime por favor ¿Cuanto ganas? ¡Insistió!
"Doscientos pesos al día". Respondió el hombre irritado con tal de quitárselo de encima.
El niño se asió de su saco y le dijo: "Papi, ¿Me prestas cien pesos?
El padre entró en cólera y tratando con brusquedad al niño, le dijo: "Así que para eso querías saber cuanto gano. Vete a dormir y no me estés molestando, muchacho aprovechado".
Ya había caído la noche cuando el padre se puso a meditar sobre lo ocurrido. El incidente lo hizo sentirse culpable. Tal vez su hijo quería comprar algo... Había estado muy ocupado en el trabajo últimamente y no estaba al tanto de los acontecimientos del hogar.
Queriendo descargar su conciencia dolida, se asomó a la habitación del pequeño.
"Hijo ¿Estas dormido?"
El niño abrió los ojos a medias. "Aquí tienes el dinero que me pediste. ¿Para que lo querías?" Tallándose los ojos, su hijo metió la manita debajo de su almohada y saco varios billetes arrugados.
Es que quería completar. ¿Me vendes un día de tu tiempo?.
EL BARBERO Y DIOS.
Un hombre fue a una barbería a cortarse el cabello y recortarse la barba.
Como es costumbre en estos casos entabló una amena conversación con la persona que le atendía.
Hablaban de tantas cosas y tocaron muchos temas. De pronto, tocaron el tema de Dios. El barbero dijo:
- Fíjese caballero que yo no creo que Dios exista, como usted dice.
- Pero, ¿por qué dice usted eso? -pregunta el cliente.
- Pues es muy fácil, basta con salir a la calle para darse cuenta de que Dios no existe.
Oh... dígame, ¿acaso si Dios existiera, habría tantos enfermos? Habría niños abandonados?
Si Dios existiera, no habría sufrimiento ni tanto dolor para la humanidad. Yo no puedo pensar que exista un Dios que permita todas estas cosas.
El cliente se quedó pensando un momento, pero no quiso responder para evitar una discusión.
El barbero terminó su trabajo y el cliente salió del negocio.
Recién abandonaba la barbería, vio en la calle a un hombre con la barba y el cabello largo; al parecer hacía mucho tiempo que no se lo cortaba y se veía muy desarreglado.
Entonces entró de nuevo a la barbería y le dijo al barbero.
- ¿Sabe una cosa? Acabo de darme cuenta que los barberos no existen.
- Cómo que no existen? -pregunta el barbero- Si aquí estoy yo y soy barbero.
- ¡No! -dijo el cliente- no existen, porque si existieran no habría personas con el pelo y la barba tan larga como la de ese hombre que va por la calle.
- Ah, los barberos si existen, lo que pasa es que esas personas no vienen a mí.
-¡Exacto! Dijo el cliente.
ADMITE TUS FALTAS
Un hombre que tenía un grave problema de miopía se consideraba un experto en evaluación de arte. Un día visitó un museo con algunos amigos. Se le olvidaron los lentes en su casa y no podía ver los cuadros con claridad, pero eso no lo detuvo de ventilar sus fuertes opiniones.
Tan pronto entraron a la galería, comenzó a criticar las diferentes pinturas. Al detenerse ante lo que pensaba era un retrato de cuerpo entero, empezó a criticarlo. Con aire de superioridad dijo: "El marco es completamente inadecuado para el cuadro. El hombre está vestido en una forma muy ordinaria y andrajosa. En realidad, el artista cometió un error imperdonable al seleccionar un sujeto tan vulgar y sucio para su retrato. Es una falta de respeto".
El hombre siguió su parloteo sin parar hasta que su esposa logró llegar hasta él entre la multitud y lo apartó discretamente para decirle en voz baja: "Querido, estás mirando un espejo!!!".
Muchas veces nuestras propias faltas, las cuales tardamos en reconocer y admitir, parecen muy grandes cuando las vemos en los demás. Debemos mirarnos en el espejo más a menudo, observar bien para detectarlas, y tener el valor moral de corregirlas; es más fácil de negarlas que reconocerlas. Por eso es necesario hacer a un lado el orgullo pues solo con humildad podremos ver nuestros defectos y corregirlos.
"El que encubre sus faltas no prosperará, más el que las admite y se aparta alcanzará misericordia.
Proverbios 28:13"
EL MANTEL
Una linda historia que confirma que las casualidades no existen.
El nuevo Sacerdote, recién asignado a su primer ministerio para reabrir una iglesia en los suburbios de Brooklyn, New York, llegó a comienzo de octubre entusiasmado con sus primeras oportunidades. Cuando vio la iglesia se encontró con que estaba en pésimas condiciones y requería de mucho trabajo de reparación. Se fijó la meta de tener todo listo a tiempo para oficiar su primer servicio en la Nochebuena. Trabajó arduamente, reparando los bancos, empañetando las paredes, pintando, etc., y para el 18 de diciembre ya habían casi concluido con los trabajos, adelantándose a la meta trazada. El 19 de diciembre cayó una terrible tempestad que azotó el área por dos días completos. El día 21 el sacerdote fue a ver la iglesia. Su corazón se contrajo Cuando vio que el agua se había filtrado a través del techo, causando que un área considerable del pañote, de unos 20 pies por 8 pies cayó de la pared frontal del santuario, exactamente detrás del púlpito, dejando un hueco que empezaba como a la altura de la cabeza. El sacerdote limpió el desastre en el piso, y no sabiendo que más hacer sino posponer el Servicio de Nochebuena, salió para su casa.
En el camino notó que una tienda local estaba llevando a cabo una venta del tipo "mercado de pulgas", con fines caritativos, y decidió entrar. Uno de los artículos era un hermoso mantel hecho a mano, color hueso, con un trabajo exquisito de aplicaciones, bellos colores y una cruz bordada en el centro. Era justamente el tamaño adecuado para cubrir el hueco en la pared frontal. Lo compró y volvió atrás camino a la iglesia. Ya para ese entonces había comenzado a nevar. Una mujer mayor iba corriendo desde la dirección opuesta tratando de alcanzar el autobús, pero finalmente lo perdió. El Sacerdote la invitó a esperar en la iglesia donde había calefacción por el próximo autobús que tardaría 45 minutos más en llegar. La señora se sentó en el banco sin prestar atención al pastor mientras este buscaba una escalera, ganchos, etc… para colocar el mantel como Tapiz en la pared. El sacerdote apenas podía creer lo hermoso que lucía y cómo cubría toda el área del problema. Entonces él miró a la mujer que venía caminando hacia abajo, desde el pasillo del centro. Su cara estaba blanca como una hoja de papel "Padre, ¿donde consiguió usted ese mantel?" El padre le explicó.
La mujer le pidió revisar la esquina inferior derecha para ver si las iniciales EBG aparecían bordadas allí. Si, estaban… Estas eran las iniciales de la mujer y ella había hecho ese mantel 35 anos atrás en Austria. La mujer apenas podía creerlo cuando el pastor le contó como acababa obtener el mantel.
La mujer le explicó que antes de la guerra ella y su esposo tenían una posición económica holgada en Austria. Cuando los Nazis llegaron, la forzaron a irse. Su esposo debía seguirla la semana siguiente. Ella fue capturada, enviada a prisión y nunca volvió a ver a su esposo ni su casa. El pastor la llevó en el carro hasta su casa y ofreció regalarle el mantel, pero ella lo rechazo diciéndole que era lo menos que podía hacer. Se sentía muy agradecida pues vivía al otro lado de Staten Island y solamente estaba en Brooklyn por el día para un trabajo de limpieza de casa.
Que maravilloso fue el servicio de la Nochebuena!. La iglesia estaba casi llena. La música y el espíritu que reinaban eran increíbles. Al final del servicio, el sacerdote despidió a todos en la puerta y muchos expresaron que volverían. Un hombre mayor, que el pastor reconoció del vecindario, seguía sentado en uno de los bancos mirando hacia el frente, y el padre se preguntaba por qué no se iba. El hombre le preguntó dónde había obtenido ese mantel que estaba en la pared del frente, porque era idéntico al que su esposa había hecho años atrás en Austria antes de la guerra y cómo podían haber dos manteles tan idénticos?. Él le relato al padre como llegaron los Nazis y como el forzó a su esposa a irse, para la seguridad de ella, y como él estaba supuesto a seguirla, pero había sido arrestada y enviado a prisión. Nunca volvió a ver a su esposa ni su hogar en todos aquellos 35 años.
El pastor le pregunto si le permitiría llevarlo con el a dar una vuelta. Se dirigieron en el carro hacia Staten Island, hasta la misma casa donde el padre había llevado la mujer tres días atrás.
Él ayudó al hombre a subir los tres pisos de escalera que conducían al apartamento de la mujer, tocó en la puerta y presenció la más bella reunión de navidad que pudo haber imaginado.
Una historia real ofrecida por el Padre Rob Reid.
LAS TRES REJAS
El joven discípulo de un sabio filósofo llega a casa de éste y le dice:
-Oye, maestro, un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia...
-¡Espera! lo interrumpe el filósofo-. ¿Ya has hecho pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?
-¿Las tres rejas?
-Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?
-No. Lo oí comentar a unos vecinos.
-Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que deseas decirme, ¿es bueno para alguien?
-No, en realidad no. Al contrario...
-¡Ah, vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?
-A decir verdad, no.
-Entonces -dijo el sabio sonriendo-, si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, enterrémoslo en el olvido.
HERIDAS QUE NO DUELEN…
En un día caluroso de verano en el sur de la Florida un niño decidió ir a nadar en la laguna detrás de su casa. Salió corriendo por la puerta trasera, se tiró en el agua y nadaba feliz. No se daba cuenta de que un cocodrilo se le acercaba. Su mamá desde la casa miraba por la ventana, y vio con horror lo que sucedía. Enseguida corrió hacia su hijo gritándole lo más fuerte que podía.
Oyéndole, el niño se alarmó y miró nadando hacia su mamá. Pero fue demasiado tarde. Desde el muelle la mamá agarró al niño por sus brazos justo cuando el caimán le agarraba sus piernitas. La mujer jalaba determinada, con toda la fuerza de su corazón. El cocodrilo era más fuerte, pero la mamá era mucho más apasionada y su amor no la abandonaba.
Un señor que escuchó los gritos se apresuró hacia el lugar con una pistola y mató al cocodrilo. El niño sobrevivió y, aunque sus piernas sufrieron bastante, aún pudo llegar a caminar.
Cuando salió del trauma, un periodista le preguntó al niño si le quería enseñar las cicatrices de sus pies. El niño levantó la colcha y se las mostró. Pero entonces, con gran orgullo se remango las mangas y señalando hacia, las cicatrices en sus brazos le dijo: "Pero las que usted debe ver son estas". Eran las marcas de las uñas de su mamá que habían presionado con fuerza. "Las tengo porque mamá no me soltó y me salvó la vida".
Nosotros también tenemos las cicatrices de la vida. Algunas son causadas por nuestras acciones, pero algunas son las huellas de la fe que nos ha sostenido con fuerza para que no caigamos en las garras del mal.